Fisting

¡No dejáis de sorprenderme!

Fisting es la palabra de búsqueda más utilizada para encontrar mi blog, así que a pesar de no haber practicado (de momento, nunca se sabe) esa modalidad de sexo, me apetece hablaros de ello.

Aun siendo una práctica extrema, se comenta que resulta muy placentera. Pero no sé si lo ha dicho un hombre (por el morbo que a él le provoca) o una chica que lo ha experimentado.

Dicen que se valora más la sensación que provoca la introducción de la mano dilatando la zona, que no el movimiento hacia dentro y fuera que pueda hacer. Pero si cuando un solo dedo toca el punto G te derrites en un inacabable orgasmo, ¿cómo será con la fricción ampliada de una mano?

De todas formas creo que hay que ir dilatando el músculo poco a poco, y la gente que ha llegado a esa práctica primero ha pasado de un dedo a dos, tres, cuatro; de un consolador común a uno XL seguido de un megaconsolador tamaño XXL, y claro luego todo sabe a poco.

Cuando el fister (que es quien tiene el rol activo, el que penetra) proceda a la introducción de la mano es mejor hacerlo con el puño abierto, juntando los dedos por la punta, ya que la forma que adquiere la mano facilita el trabajo. Hay otras formas de hacerlo, como con el puño cerrado o incluso con las dos manos juntando las palmas. En este último caso estaríamos hablando de doble fisting.

Si quieres probar el fisting de forma anal debes tener en cuenta ciertas precauciones ya que hablamos de una zona delicada propensa a sufrir desgarros y fisuras por la falta de lubricación natural, así que deberás provocar la dilatación de forma gradual para lograr la adaptación del músculo.

Primero asúmelo sin reparos. Si tu juicio dice que no, no lo hagas. Pero si decides hacerlo que sea con mucha calma, ya que de nuevo, como en otras prácticas sexuales, los mejores ingredientes son la relajación, la comunicación y una generosa lubricación.

No dudes en experimentar cosas nuevas porque si circula por la humanidad, ¡tan malo no será!