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lunes, 26 de septiembre de 2011

Mi preciado Fetiche: Zapatos de Tacón de Aguja

"No tengo exactitud del momento preciso en que comenzó mi Pasión por ellos, pero aún recuerdo matices de mi infancia dedicada a la búsqueda del más bello."

– Levanta la cabeza – era el aviso de mi madre seguido de un pescozón. En aquellos tiempos no era para mí conocida la común colleja – Parece que buscas tesoros en el suelo – decía, sin sospechar cuanto tenía de cierto.


La búsqueda de mi Mi preciado Fetiche, creció conmigo, y mi pasión se acrecentó hasta tal grado que pasé parte de mi pubertad preocupada creyendo que la excitación que me provocaba mirarlos podía afectar en el desenlace sobre mi, por aquel entonces, poco definida inclinación sexual.

Ellos fueron la perversión de mi inocencia en la búsqueda de los caminos que concluyen en el descubrimiento de mi sexualidad. Y así creció ese espíritu “voyeurista” que me acompaña, nada preocupante al principio, cuando solo veía en ellos la imagen maternal, con su tacón ancho y no demasiado alto, casi siempre negros.

Pero se presentaron ante mí cacería los libidinosos tacones de aguja embriagando mi raciocinio, y a partir de ese momento se acrecentó el deseo por descubrir mi verdadera identidad.

Os contaré en pocas palabras el origen y el desenlace de mis dudas.

Cuando vivía la primera fase de mi adolescencia, me cautivó el repiqueteo de unos tacones tras de mí que dejaron entrever, antes de manifestarse, la feminidad y el glamour de quién los portaba.

Me enamoré perdidamente hasta de las piernas que los calzaban. No vi más arriba; sólo vi aquellas largas y estilizadas piernas de mujer que se deslizaban en el asfalto con pasmosa seguridad a pesar de la elevación a que estaban expuestas, y culminaban ellos, los zapatos, inmaculados al final del recorrido con su hermoso tacón de aguja.

Durante mucho tiempo alimenté, en mis sueños, la esperanza de ser la Cenicienta alzada en la misma cima que me enamoró, luciendo aquel garboso transitar que tentaba las miradas de los viandantes al paso.

Para mi pesar nada parecido a la realidad, ya que crecí con una talla de pie que para nada hermoseaba la elegancia del zapato que lo calzaba, y a cada envoltura de la madurez se desdibujaba la Cenicienta de mis quimeras. Pero aun así los calcé. Pasé mi juventud ataviada con unos tacones que castigaron mis dolientes pies como premio a mi obstinación, y a su vez desencadenó en mí la tan deseada revelación: Adoro la delicada elegancia de un cuerpo femenino, la turgencia de unos senos asomando sutilmente bajo el escote avivando el deseo; sin embargo padezco una inminente inclinación hacia el desafiante anhelo que provoca en mí la viril presencia masculina.

¿Crees necesario definir a qué lado de la balanza se pertenece, o por el contrario es preferible gozar la sexualidad indistintamente del genero con quién la compartes?

Sospecho que soy capaz de deleitar al máximo mi instinto sexual indiferenciadamente del género del ser que me atraiga para ello, pero eso sí, Nunca sin Mis Tacones!

2 comentarios:

  1. Muy buena tu entrada! Yo hablo en mi blog sobre el fetichismo de los tacones:
    tn160.blogspot.com
    Te añado a la lista de blogs ^^

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  2. Me complace mucho tu comentario. Gracias por incluirme en tu lista. Saludos.

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Gracias por vuestra participación en mi Blog. Por querer compartir conmigo la perseverancia que mantiene la pasión y dar ese toque sensual necesario a la vida cotidiana.

Solo contestaré a comentarios que crea que lo requieren, pero aprovecho para agradeceros tan grato alimento. Saludos.