Impresiones de Cincuenta Sombras… con 40 voces.

Nunca imaginé que las primeras páginas de un libro pudiesen acelerar tanto mi pulso. Miro a mí alrededor, creyendo que hasta el último de los pasajeros en el vagón del metro pueden oír la fuerza y agitación de mis palpitaciones mientras mi mente reproduce su narración. Se me nubla la vista al ver que es mi parada. No quiero llegar. No quiero cerrar el libro. Es tan provocador que lo estoy devorando en tres días y siento que voy a sentirme como con esas relaciones que te mortifican pero que al terminar duele el vacío que dejan.

Desde que empecé esta novela sufro una extraña dilatación vaginal y hay quien vive (a parte de mí) encantado por ello.

Podría someterme a cualquiera de las demandas del Sr. Grey. Bueno al fisting no, para eso no estoy preparada (tal vez hable de ello mas adelante). ¿Por qué? me pregunto, ¿por lo guapo?, ¿por lo rico? No. ¡Por lo excitante que resulta! Pero no me engaño, con la tendencia que tenemos las mujeres a analizarlo todo acabaría igual de confundida que Anastasia.

No lo diré muy alto, por si cambia algo en casa, pero resulta tan arrolladora la mezcla de pánico por lo desconocido y el sexo que me embriaga los sentidos. Y enseguida me quito la idea de la cabeza, no soy sumisa, tal vez deba ser yo la que zurre, je, je.

Con todo esto estoy aprendiendo otras formas de jugar con el sexo y hay quien ha cambiado su sonrisa por ello, es más, increíblemente lo he pillado festejándolo en el pasillo. Se frotaba las manos como las moscas. Madre mía (como dice la protagonista). No quiero que se acabe.

Floto al escuchar la dulce música que nombra en sus páginas, y que yo me he tomado la gozosa molestia de buscar en google, para incluirlas en la película exclusiva de mi mente y me sumerjo en la lectura invocando los momentos de forma apacible porque coincide con mis gustos musicales. Quizás yo tendría que haber sido rica, parece que sólo ellos poseen ese exquisito gusto por sintonías como las de Motete para 40 voces  (que me erizó los pelillos de la dermis entretanto leía  la segunda visita de Anastasia al cuarto rojo), Pachelbel Canon o el Duo de las flores de la opera Lakme de Delibes, que adornan de forma extraordinaria cualquier momento.

Impactante obra, Cincuenta sombras, que hoy nos permite ver desde casa hasta las imágenes de los sitios visitados por los protagonistas. La autora debe sentirse orgullosa del resultado, porque yo lo estoy y no tengo nada que ver, a pesar de lo triste que ha sido la vida de su personaje (o de ella misma), ya que a mi parecer para poder bordar una obra tienes que haber sido participe cercano de los matices más truculentos y a mi gusto así lo ha hecho.

Impactante no sólo por la huella que ha dejado en la calle, si no por describir tan finamente y sin repetirse un sinfín de escenas sexuales cada cual más erótica.

No os asustéis, estoy sólo en el primer tomo de la trilogía y creo que no seguiré escribiendo e importunándoos sobre ello. El efecto de las “sombras más oscuras” y las “liberadas” me lo guardaré en mi intimidad regenerada en cada capítulo, a no ser que mi exaltación continúe en brutal crecimiento, en ese caso os haré participes de ello.

Impresiones dedicadas a Belén, a Eva y a mi exclusivo Sr. Grey F.C. (empero a menor escala), que han vivido en presente mi emoción. Y a todas aquellas mujeres y  hombres, como S.G., que se han conmovido con la lectura y han aprovechado el texto para intensificar los sentidos en sus relaciones, para madurar el sexo que es lo que nos mueve, aunque nosotras, algunas (o todas), nos engañemos pensando que es sólo el amor. Y digo yo que soy mujer, ¿qué es el amor sin el sexo?.
Saludos.