¿Qué es lo que afecta al deseo sexual en la mujer?, ¿la sociedad o la propia autoestima? ¿Por
qué siguen habiendo mujeres que no disfrutan de una sexualidad completa? ¿Y… tal
vez por eso no lo desean?
Mujer de difícil orgasmo es la calificación que recibo de mi pareja entre
mi reducido círculo de amigos, con los que cada vez me incomoda menos hablar de
concisos matices sobre sexo. Y no es porque no los tenga, sino porque necesito
como poco una hora de mucha concentración para conseguirlo (la mente se me va a
otros temas banales en medio de la acción). Requiriendo otro grado de
concentración para necesitarlo. Muchas veces, más de las que me gustaría. Me
resulta más tentador el placer del sueño.
Mi pubertad estuvo basada, como en los cuentos (dando palos de ciego
entre los posibles), en la búsqueda de un príncipe que se rindiera a mis
encantos (que yo no conocía, por cierto) y que intuyera mis necesidades sexuales
satisfaciéndome con su experiencia hasta la saciedad (sin que yo le dijera cómo,
claro). Pero, eso sí, odiando (sin conocerlas) cada relación declarada con otra
rival.
Primer error: pensar que ellos nacen con el libro de
instrucciones sobre lo que cautiva a las féminas, y siguiente: dar por sentado
que carecen de miedos e inseguridades (al contrario que nosotras). A ésto sumado
que mis necesidades y gustos sexuales pueden cambiar por minutos. Lo que hoy o
ahora me gusta así, mañana o segundos después no (sobre todo por sentirme
ridícula con la pose). Y es más, me irrita.
Superada la primera fase de mi madurez sexual me doy cuenta
de cuanto me he perdido. Porque aun teniendo a mi lado a mi idolatrado príncipe,
dedicado con tenaz perseverancia a la búsqueda de mi placer, no he sabido
apreciarlo hasta descubrir que soy yo la
única que puede desencadenar mi propio goce. Yo solita. Desinhibiendo mis complejos,
liberando mi mente de ridículas inseguridades (como va a sentir él aversión
ante mi imperfección física si ha decidido unirse a mí y me desea), (tampoco él
es perfecto) y dejando en paz la maldita lavadora en momentos en los que es ventajoso
disfrutar de la atracción erótica. Meditado
el intríngulis de mis pensamientos y acatado el resultado (reconozco que el
beneficio ha sido para los dos) he visto recuperado (y ampliado) mi deseo
sexual.
Vencido ahora el nivel máximo de confianza me atrevo a
pedirle, insinuarle e incluso pararle, si es necesario, y guiar yo mi propio sexo hasta el orgasmo o mejor dicho los
orgasmos, porque resulta que en lugar de frígida o anorgásmica, como podía
creerme tiempo atrás, resulta que soy multiorgásmica (como muchas otras mujeres,
aunque aún no lo hayan descubierto). Pues si y jamás lo hubiera pensado de mí. ¡Mira
tú por dónde! Y solo tenía que rendirme a la dicha.
El buen sexo depende de ti mujer. Haz que ocurra. Vivifica
tu lado oscuro sin sentirte vulgar por ello, porque no lo eres. Juega, propón,
seduce y
siéntete especial porque te quieres a ti misma. Contagiaras tu sentir (sin
proponértelo) a cualquiera de los amantes.
Haz frente a tus temores y combátelos, vale la pena.
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Gracias por vuestra participación en mi Blog. Por querer compartir conmigo la perseverancia que mantiene la pasión y dar ese toque sensual necesario a la vida cotidiana.
Solo contestaré a comentarios que crea que lo requieren, pero aprovecho para agradeceros tan grato alimento. Saludos.