Todos nos merecemos una tregua, al menos una escapada de fin de semana, más los que ejercemos
de padres.
Tras seis años de dedicación plena, obligada y/o entregada por naturaleza
a los niños, he aparcado mi instinto materno y lo he convertido en inmoral
libertinaje, consagrado exclusivamente a mi pareja durante una intensa
escapada de fin de semana.
Dichosas agujetas que hoy mantienen digno mi sonrojo ante la cinta
transportadora del equipaje en el control del aeropuerto, que revelará la
arrogante silueta de mi inseparable dildo
y despide su viaje a la admirable Sevilla, que ha sido el lienzo de la
meticulosa restauración que ha gozado nuestra sexualidad durante dos días (bien
que parecieron más) en los que ajenos al mundo hemos vuelto a vivir el deseo
carnal de nuestros cuerpos dedicándonos el uno al otro sin las exigentes
demandas infantiles capaces de arruinar cualquier pensamiento romántico en la
pareja.
Agradezco a mi buen amigo su enlace, ya que nos ha servido de
puente para recomponer la dolencia marital que vacila y sortea cada día el tributo
de complacer a la prole, obstaculizando nuestros deseos libidinosos.
Me prometo a mi misma y os invito a tomarme de ejemplo que a
partir de ahora me afanaré sin pretexto, (como si de un deber se tratase) a efectuar,
de tanto en tanto, otras escapadas a cualquier lugar, sin nuestros amados niños,
con el propósito de multiplicar el hormigueo que recorre todo el cuerpo la
aventura de ser amado.
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Gracias por vuestra participación en mi Blog. Por querer compartir conmigo la perseverancia que mantiene la pasión y dar ese toque sensual necesario a la vida cotidiana.
Solo contestaré a comentarios que crea que lo requieren, pero aprovecho para agradeceros tan grato alimento. Saludos.